Los Romanov |
"Nikolái Aleksandróvich, en vista de que tus parientes continúan con su ataque a la Rusia Soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales ha decidido tu ejecución y la de tu familia" El Zar Nicolás II, incrédulo, intentando ganar un tiempo que ya no le quedaba, pidió que leyeran de nuevo estas cortas palabras. El revolucionario ruso Yákov Yurovsky, encargado de liderar la ejecución de la familia imperial, repitió el texto: "Nikolái Aleksandróvich, en vista de que tus parientes continúan con su ataque a la Rusia Soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales ha decidido tu ejecución y la de tu familia" . Al último Zar de Rusia sólo le dio tiempo a preguntar balbuceante, "¿Qué? ¿Qué?". Tras estas dos únicas palabras se desató el horror.
Hoy la Historia de la antigua Rusia nos ofrece un apunte criminal, un crimen político que tuvo lugar en la ciudad de Ekaterimburgo, concretamente en el sótano de una residencia que los carceleros llamaban la casa del propósito especial.
Campesinos rusos principios S.XX |
Vamos a ponernos en situación. Rusia, principios del siglo XX. Un amplísimo territorio árido y frío en el que una muy empobrecida población subsiste gracias a lo que, con un inmenso trabajo y sacrificio, consigue obtener de una tierra difícil. La agricultura y la ganadería continúa utilizando unos medios que bien podrían ser propios de una época medieval.
En la otra cara de esta moneda de gente pobre y angustiada, encontramos a la familia imperial rusa, los Romanov. Los zares, un matrimonio de conveniencia entre Nicolás II de Rusia y Alejandra, una dama de la alta sociedad alemana, habían tenido cinco hijos. Cuatro hijas que habían nacido durante los primeros años del matrimonio, y Aleksei, el heredero que lo era, no sólo del imperio ruso, sino de una enfermedad hereditaria, la hemofilia, regalo de su abuela la reina Victoria de Inglaterra. Esta familia, junto con otras de la alta aristocracia rusa, vivían una vida de gran lujo y ostentación mientras se seguían enriqueciendo del sacrificio de su pueblo. Los ciudadanos pasan hambre, penurias y miseria. Los Romanov, con sus iguales aristócratas, llenan de lujo, obras de arte de incalculable valor, de bailes y de ocio sus vidas.
Para empeorar la situación, políticamente el Zar, supuestamente influenciado por su zarina y ésta por su consejero, el famoso Rasputín, se había embarcado en guerras en las que había perdido prestigio y riquezas nacionales, además de la confianza y el respeto de su pueblo.
Mientras tanto, el resto de Europa y países anglosajones estaban ya inmersos en una revolución industrial que estaba transformando sus sociedades y sus formas de gobierno. Pero nada de esto parecía llegar a esa Rusia, antigua y reaccionaria, que seguía anclada en sistemas de gobierno propios de siglos anteriores.
En Ekaterimburgo, a la casa del propósito especial donde Nicolas, Alejandra y sus cinco hijos (Olga, Tatiana, Anastasia, María y Aleksei) dormían la noche del 16 de julio de 1918. Pero, ¿cómo habían llegado hasta ahí, hasta la casa en cuyo sótano encontraron una muerte tan violenta?
Palacio de Alejandro |
En julio de 1918, los zares y sus cinco hijos estaban ya acostumbrados a un largo confinamiento, a un larga huida que habían emprendido muchos meses atrás. El pueblo ruso, en febrero de 1917, obligó a abdicar al zar Nicolás mediante una revolución popular. Durante esta revolución la familia, y sus sirvientes más cercanos, fueron encarcelados y retenidos en el llamado palacio de Alejandro por un gobierno provisional.
Los Romanov en Tobolsk |
Unos meses más tarde, en el verano de 1917, supuestamente para proteger al zar y su familia, el gobierno decidió trasladarles a la residencia del ex-gobernador en la ciudad de Tobolsk, que había sido capital de Siberia. Las condiciones en las que la familia vivía en esta residencia eran buenas, aunque fueron empeorando a medida que la revolución iba ganando fuerza y, en octubre de 1917, cuando finalmente estalló la revolución, la familia tuvo que prescindir de muchas de las comodidades que les habían permitido mantener.
Ya en abril de 1918 la familia fue dividida. El zar Nicolás, su mujer y su hija María fueron trasladados a la que sería la última residencia en la que vivirían, la casa del propósito especial en Ekaterimburgo. Aleksei, el heredero, se encontraba demasiado enfermo por complicaciones derivadas de su hemofilia para viajar por lo que se quedó un mes más en Tobolsk con sus otras tres hermanas Olga, Tatiana y Anastasia. En mayo de 1918 la familia volvía estar unida, como se mantuvo, hasta su asesinato a penas dos meses después.
La casa del propósito especial |
La casa Ipatiev, que así se llamaba su última residencia, se había convertido en una cárcel. La familia imperial fue aislada, se les prohibió acceder a sus pertenencias, tenía la comida racionada y las pocas personas con las que trataban debían ser distantes y estrictas con ellos. Dos altas empalizadas y las ventanas pintadas de blanco aislaban a los presos del resto del mundo.Vigilantes armados apuntaban día y noche a sus ventanas para evitar que tuvieran contacto con el exterior, llegando a disparar a Anastasia una de las veces que se atrevió a asomarse. Ekaterimburgo era famosa por su tinte antizarista, por lo que nada de lo que estaban viviendo les auguraba un buen futuro.
Yákov Yurovsky |
A finales de junio el destino de la familia quedó decidido, el comité ejecutivo de los Urales lideraría la operación a través de la figura de Yakov Yurovsky, y sería apoyada por el ejecutivo central, entre los que se encontraba el propio Lenin (aunque nunca se pudo demostrar que él diera la orden del asesinato). El zar y su familia debían se ejecutados, aunque la orden del asesinato de la zarina y sus hijos sería mantenido en secreto para evitar problemas políticos.
Dormían. Dormían los siete miembros de la familia, como decía antes, acostumbrados ya al confinamiento, aunque las noticias del exterior eran cada vez más preocupantes para sus intereses. Quizá tenían esperanzas de salir del país y conservar sus vidas, o quizá sospechaban que su final estaba cerca. Poca es la información que se tiene sobre ellos en los últimos meses de confinamiento.
Dormían. Era el 16 de julio de 1918 y su médico personal, una de las pocas personas de confianza que pudieron mantener cerca, recibió la orden de despertar a la familia de parte del propio Yakov Yurosky. Estos debían vestirse porque iban a ser trasladados, por su seguridad, a un nuevo alojamiento. Fueron bajados al sótano donde, supuestamente, debían esperar al transporte que los llevaría lejos de su confinamiento. No había donde sentarse y Nicolás preguntó si se les podía facilitar alguna silla pero sus captores, a sabiendas de que no haría ya falta porque el final era inminente, les negaron este última petición.
Y aquí es cuando, se desató el horror. "Nikolái Aleksandróvich, en vista de que tus parientes continúan con su ataque a la Rusia Soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales ha decidido tu ejecución y la de tu familia" dijo Yakov Yurosky, levantó su arma y a sangre fría, disparó al zar. Tras impactar el proyectil en el cuerpo del último zar de Rusia volvió a disparar, esta vez apuntando al heredero, Aleksei Romanov, de 13 años de edad. La zarina, Alexandra, murió con un impacto de bala que salió de otro de los ejecutores, Piotr Ermakov. Tras estos primeros disparos, el resto del pelotón de fusilamiento abrió fuego de forma desordenada contra el resto de las víctimas, las cuales corrieron y se agacharon para esconderse.
Yakov Yurosky salió a revisar la actividad fuera del sótano y comprobó que el ruido y el humo de los disparos y los ladridos de los perros de los Romanov estaban alertando al resto del vecindario de que algo estaba ocurriendo. Era un barrio en el que vivían diplomáticos de otros países y personas preeminentes que no debían enterarse del cruel asesinato.
Sótano casa Ipatiev |
Bajó de nuevo al sótano, ordenó el alto el fuego, abrió la puerta y, al disiparse el humo pudo ver que, aunque los verdugos habían disparado numerosas balas, no todos los miembros de la familia habían muerto. Se decidió seguir la matanza con las bayonetas y a golpes y, aún así, los hijos del zar seguían vivos. Recurriendo de nuevo a las armas de fuego, aún a riesgo de seguir alertando al vecindario, remataron a los supervivientes. Aleksei, que seguía vivo después de haber recibido varios balazos en el cuerpo y haber sido apuñalado, recibió un disparo en la cabeza de manos de Yakov Yurosky. Uno a uno los hijos de los últimos zares de Rusia fueron ejecutados con sendos disparos en la cabeza tras haber sido golpeados y apuñalados.
La familia imperial rusa fue cruelmente asesinada, entre otros motivos, por ser el símbolo de la opresión y de la ostentación de la riqueza frente la desgracia y la pobreza de su pueblo. Su asesinato duró unos 20 minutos y se dispararon alrededor de 70 balas. La cantidad de joyas y piedras preciosas que llevaban cosidas en el interior de sus ropas no consiguieron salvar la vida a la familia imperial rusa , sólo dilataron más en el tiempo la brutalidad de su ejecución parando las primeras balas y bayonetazos.
Y, para el que prefiera escuchar este relato en audio, y otros más, puede visitar mi programa "Cuadernos de Criminología" en IVOOX.
Referencias:
https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn%3AANd9GcTHnco0-uAuocWN0QalcGtSfxMH1g7WMcKRcmqTsP5RCme_8kNo&usqp=CAU (IMAGEN)
https://es.rbth.com/multimedia/pictures/2014/06/19/el_lugar_donde_mataron_a_los_romanov_41053 (IMAGEN)
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